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El " yo soy..?"

El ego nace a causa de una ruptura en la psique humana. La mente divide la identidad en dos partes que podríamos llamar "yo" y "mí" o "yo" y "yo mismo".

Por consiguiente, todo ego es esquizofrénico, para usar la palabra en su acepción popular de la doble personalidad. Vivimos con una imagen mental de nosotros mismos, un ser conceptual con el cual tenemos una relación. La vida misma termina siendo un concepto separado de nuestra esencia en el instante mismo en que hablamos de ella como "mi vida". Tan pronto como decimos o pensamos en términos de "mi vida" y creemos en lo que decimos (en lugar de ver la expresión como una convención lingüística), habremos entrado en el ámbito de lo ilusorio. De existir "mi vida", inmediatamente se desprende que Yo y mi vida somos dos cosas distintas, de tal manera que también puedo perder mi vida, mi tesoro imaginario más preciado. La muerte se convierte en una realidad aparente y en una amenaza. Las palabras y los conceptos dividen la vida en segmentos separados carentes de realidad en sí mismos. Podríamos incluso decir que la noción de "mi vida" es el delirio original de la separación, la fuente del ego. Si yo y la vida somos dos, si estoy separado de la vida, entonces estoy separado de todas las cosas, de todos los seres, de todas las personas. ¿Pero cómo podría estar separado de la vida? ¿Cuál "Yo" podría existir separado de la vida, separado del Ser? Es completamente imposible. Por consiguiente, "mi vida" no puede existir y no tengo una vida. Soy la vida. Yo y la vida somos uno. No puede ser de otra manera. ¿Entonces cómo podría perder mi vida? ¿Cómo podría perder algo que no poseo? ¿Cómo podría perder algo que Yo Soy? Es imposible.

"Libertades...!"

Borja Vilaseca/facebook

PROVOCACIÓN DE LA SEMANA - ESCLAVOS DE LA LIBERTAD
Desde muy pequeños fuimos condicionados para ser "ovejas" que siguieran al rebaño. Pero hubo un día en que nos rebelamos, convirtiéndonos en "leones". Nos prometimos a nosotros mismos que jamás volveríamos a someternos a nada ni nadie; que seguiríamos nuestro propio camino en la vida. ¡Bien por nosotros! Sin embargo, tomamos aquella decisión de forma adolescente y reactiva. Estábamos tan hasta las narices de recibir órdenes de todo el mundo, que nos convencimos que ser libres consistía en hacer lo que quisiéramos cuando quisiéramos. Desde entonces, nuestra libertad se ha visto mermada por diferentes obstáculos, bloqueos, límites y obstrucciones. Sufrimos por no poder hacer lo que nos da la gana. Paradójicamente, en nuestro afán de ser libres nos hemos vuelto esclavos de la libertad. Y es que una cosa es la voluntad de nuestro ego (lo que nosotros queremos que suceda) y otra, muy distinta, la voluntad de la vida: lo que tiene que suceder(nos). Tenemos todo el derecho de desear. Y en ocasiones -muy pocas- puede que incluso consigamos aquello que queremos. Pero si esperamos obtener constantemente eso que deseamos, tarde o temprano vamos a chocar y entrar en conflicto contra las leyes que rigen el Universo. Insisto: a la vida no le importa lo que nosotros queremos. Su función es darnos en todo momento lo que necesitamos para confrontar y cuestionar la ignorancia que nos impide ser verdaderamente felices. Mientras lo que queremos no sea lo que necesitamos, nuestra libertad va a empotrarse una y otra vez contra el muro de la realidad.

 

Fantasias?....

Síndrome de Cenicienta

El Síndrome de Cenicienta se caracteriza por el anhelo de conseguir un príncipe azul que aparezca de la nada en un corcel blanco y veloz para alejarla de su atribulada vida para siempre.

Pone toda su ilusión en encontrar un hombre guapo, simpático y adinerado que cumpla todas sus fantasías.

La idealización de ese príncipe azul siempre lleva por comparación a no encontrar una pareja que cumpla semejantes expectativas.

El síndrome de Cenicienta fue creado por el Dr. Peter K. Lewin en 1976, en una carta al editor de la revista Canadian Medical Association Journal. En ella se describen las falsas acusaciones de algunos niños adoptados, de ser maltratados o descuidados por sus madres adoptivas.

El complejo de Cenicienta fue descrito por primera vez por Colette Dowling, que escribió un libro sobre el miedo de las mujeres a la independencia, como un deseo inconsciente de ser atendidas por otros, basándose, principalmente, en el temor de ser independientes. El complejo, se dice, es cada vez más evidente a medida que la persona envejece.

Colette Dowling intentó definir a las mujeres con este síndrome como motivadas por un deseo inconsciente de ser cuidadas, como consecuencia a un miedo de ser independiente.

Este fenómeno puede ser definido como un síndrome y se caracteriza por una serie de motivaciones específicas o causas. Dowling identifica sólo una de las motivaciones, mientras que el síndrome es en realidad una combinación de muchas motivaciones, que son en sí mismas características que conforman un complejo.

Este complejo lleva el nombre de la Cenicienta, popularizado por la película de The Walt Disney Company del mismo nombre. Se basa en la idea de las mujeres que retratan en la historia, por ser hermosas, elegantes y amables, pero que no pueden ser personajes fuertes, ni independientes y que deben ser rescatadas por una fuerza externa, por lo general un hombre (el Príncipe).

El síndrome de Cenicienta tiene un componente de fantasía de rescate. Se trata de mujeres insatisfechas con su vida, su trabajo o sus relaciones sociales que esperan que la llegada de un príncipe azul las salve de su vida triste y frustrante, haciendo que todo sea mágico y maravilloso. Instaladas en esta fantasía, estas mujeres no luchan por mejorar y salir de su situación, sino que se pasan la vida esperando algo que no llegará.

Lo que se recomienda es aceptar la realidad, concienciarse de que nada es perfecto, ir más allá del amor ideal para poder centrarte en una relación real y aceptar el mundo tal y como es, pero, que ello no impide que podamos ser felices es el primer paso para abandonar este síndrome y comenzar a construir una vida plena.

 

Pobrezas....

UN HOMBRE LE PREGUNTÓ AL BUDA, ''¿POR QUE SOY TAN POBRE?''...
Un hombre pobre le preguntó al Buda
''¿Porque soy tan pobre?''
El Buda dijo, ''tu no aprendes a dar.''
Así que el hombre pobre dijo,
''Si yo no tengo nada?''
El Buda dijo:''Tu tienes varias cosas,
La Cara, la cual puede dar una sonrisa;
La Boca:tu puedes elogiar o consolar a otros;
El Corazón:se puede abrir a otros;
Ojos:los cuales pueden mirar a lo otro con los ojos de bondad;
Cuerpo:el cual puede ser usado para ayudar a los otros.''
Así que, de hecho, no somos para nada pobres, la pobreza de espíritu es la verdadera pobreza.

 

"Nervios" ....

  • QUE SON LOS NERVIOS


    «¡Qué nervioso estoy!», «estoy hecho un manojo de nervios», «me encuentro tan nervioso que voy a estallar»... Siempre están por medio y molestando, todo el mundo les echa la culpa cuando las situaciones se escapan de las manos, cuando hay muchas cosas que hacer y muy poco tiempo, cuando se tiene miedo o se avecina un momento importante..., ahí están los molestos nervios. Pero, ¿qué son exactamente los nervios?

    Lo primero es aclarar que estos «nervios» no tienen nada que ver con la estructura anatómica del mismo nombre. Los nervios son una parte del sistema nervioso con forma de filamentos que se distribuyen por todo el organismo transmitiendo estímulos. Captan las sensaciones del exterior, como el frío, el dolor, el tacto, la visión, y las transmiten a las estructuras centrales. También transportan las órdenes desde estas estructuras centrales, como el cerebro, a las distintas partes del organismo.

    Los famosos «nervios» son el resultado físico y psíquico de una situación de ansiedad. La manifestación es clara: una persona dominada por la tensión, inquieta, intranquila, que se mueve de un lado para otro, con una angustia más o menos intensa, que puede estar irascible y hasta agresiva. Los nervios también tienen consecuencias físicas como la taquicardia, el temblor de manos, la sudoración y hasta vómitos y crisis diarreicas. Todo ello es pura y llanamente ansiedad, un estado de alerta del organismo que reacciona ante un estímulo psíquico que se vive como una amenaza.

    En principio, la ansiedad surge cuando hay una mala conexión entre el sujeto y las exigencias del medio ambiente. Puede que éstas sean excesivas (entonces, es lógico responder con una cierta tensión), o puede que el sujeto tenga pocos recursos personales y resistencia ante los contratiempos. Otras veces, la ansiedad entra dentro del marco de una enfermedad psiquiátrica, como un síntoma más o, a veces, el más importante: es el caso de las depresiones ansiosas o las crisis de ansiedad.

    Estos «nervios» o estados de ansiedad pueden ser esporádicos y momentáneos, o bien mantenerse en el tiempo y hasta hacerse crónicos. Hay personas que siempre están nerviosas. Los efectos son ciertamente negativos y se ven a diario, tanto si uno los sufre como si se ve a una persona ansiosa. El «nervioso» da una imagen de inseguridad, temor, desconfianza, poca competencia, al tiempo que disminuye su rendimiento personal.

    A largo plazo, la ansiedad mantenida puede acarrear trastornos de tipo psicológico, como depresiones o alteraciones importantes del sueño.

    QUE SON LOS NERVIOS    «¡Qué nervioso estoy!», «estoy hecho un manojo de nervios», «me encuentro tan nervioso que voy a estallar»... Siempre están por medio y molestando, todo el mundo les echa la culpa cuando las situaciones se escapan de las manos, cuando hay muchas cosas que hacer y muy poco tiempo, cuando se tiene miedo o se avecina un momento importante..., ahí están los molestos nervios. Pero, ¿qué son exactamente los nervios?  Lo primero es aclarar que estos «nervios» no tienen nada que ver con la estructura anatómica del mismo nombre. Los nervios son una parte del sistema nervioso con forma de filamentos que se distribuyen por todo el organismo transmitiendo estímulos. Captan las sensaciones del exterior, como el frío, el dolor, el tacto, la visión, y las transmiten a las estructuras centrales. También transportan las órdenes desde estas estructuras centrales, como el cerebro, a las distintas partes del organismo.  Los famosos «nervios» son el resultado físico y psíquico de una situación de ansiedad. La manifestación es clara: una persona dominada por la tensión, inquieta, intranquila, que se mueve de un lado para otro, con una angustia más o menos intensa, que puede estar irascible y hasta agresiva. Los nervios también tienen consecuencias físicas como la taquicardia, el temblor de manos, la sudoración y hasta vómitos y crisis diarreicas. Todo ello es pura y llanamente ansiedad, un estado de alerta del organismo que reacciona ante un estímulo psíquico que se vive como una amenaza.  En principio, la ansiedad surge cuando hay una mala conexión entre el sujeto y las exigencias del medio ambiente. Puede que éstas sean excesivas (entonces, es lógico responder con una cierta tensión), o puede que el sujeto tenga pocos recursos personales y resistencia ante los contratiempos. Otras veces, la ansiedad entra dentro del marco de una enfermedad psiquiátrica, como un síntoma más o, a veces, el más importante: es el caso de las depresiones ansiosas o las crisis de ansiedad.  Estos «nervios» o estados de ansiedad pueden ser esporádicos y momentáneos, o bien mantenerse en el tiempo y hasta hacerse crónicos. Hay personas que siempre están nerviosas. Los efectos son ciertamente negativos y se ven a diario, tanto si uno los sufre como si se ve a una persona ansiosa. El «nervioso» da una imagen de inseguridad, temor, desconfianza, poca competencia, al tiempo que disminuye su rendimiento personal.  A largo plazo, la ansiedad mantenida puede acarrear trastornos de tipo psicológico, como depresiones o alteraciones importantes del sueño.

 

 

 

"Yoes", ...

"Trate de comprender que lo que usted suele llamar 'Yo' no es Yo, sino que hay muchos 'Yoes', y cada 'Yo' tiene un deseo diferente. Trate de verificar esto. Usted desea cambiar, pero ¿que parte de usted tiene este deseo? Muchas partes de usted quieren muchas cosas, pero sólo una parte en usted es real. Sería muy útil que trate de ser más sincero consigo mismo."

-G. I. Gurdjieff

Me gust

 

Complejo de inferioridad...

Complejo de inferioridad...

Amedicos Municipales Filial Borda/facebook 

EL COMPLEJO DE INFERIORIDAD

Muchas personas se pueden sentir inferiores en un momento dado, pero eso no quiere decir que tengan un complejo de inferioridad. Cuando decimos que alguien tiene sentimientos de inferioridad nos referimos a una persona que se siente inferior ante los demás de un modo más o menos permanente, no sólo en determinadas situaciones en las que su sensación de inferioridad puede deberse a algún motivo circunstancial y pasajero. Un complejo de inferioridad es algo más complicado: las personas que lo padecen son sujetos que, aun sintiéndose profundamente inferiores a los demás en uno o varios terrenos, no son capaces de admitirlo, y rechazan la idea de su inferioridad, relegándola, desde la esfera de lo consciente, a la del inconsciente, donde permanece la mayor parte del tiempo para volver al mundo consciente de forma más o menos esporádica.

Para que se establezca un sentimiento o un complejo de inferioridad no es necesario que esa persona tenga un defecto real, sino tan sólo que crea tenerlo. Con frecuencia, la causa es que en alguna ocasión se sintió rechazado por los demás, pensó —acertadamente o no— que se estaban burlando de él y la experiencia marcó decisivamente su personalidad. Los defectos se suelen adscribir a uno de estos tres ámbitos fundamentales: el terreno físico (defecto corporal, fealdad, obesidad, talla demasiado baja o alta, impotencia sexual, características propias del sexo contrario, etc.); el intelectual (inteligencia mediocre, poca cultura, etc.); y el social (falta de simpatía, desconocimiento de normas de cortesía, procedencia de un nivel social más modesto, nacimiento ilegítimo, poca facilidad de palabra, familia que provoca vergüenza, etc.)

 

 

Percepciones...

Puesto que todos tenemos en nuestro interior una fuente inagotable de paz y felicidad, es posible que nos preguntemos por qué nos resulta tan difícil mantener un estado mental apacible y gozoso de manera continua. Esto se debe a que nuestra mente está siempre llena de engaños. Los engaños o perturbaciones mentales son percepciones distorsionadas de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea, como un espejo defectuoso que no refleja la realidad. La perturbación mental del odio, por ejemplo, considera a algunas personas intrínsecamente desagradables, aunque en realidad nadie es así. Por otro lado, el apego considera que el objeto deseado es intrínsecamente atractivo y una fuente verdadera de felicidad. Si tenemos un intenso apego al chocolate, nos parecerá muy apetecible, pero cuando hayamos comido varias tabletas, empezaremos a sentirnos mal y es posible que incluso nos llegue a resultar repugnante. Esto demuestra que el chocolate en sí mismo no es deseable ni repugnante. La mente de apego atribuye cualidades atractivas a los objetos de deseo y nos induce a relacionarnos con ellos como si las poseyeran.

Extraído de "Transforma tu vida "
Venerable Gueshe Kelsang GyatsoPuesto que todos tenemos en nuestro interior una fuente inagotable de paz y felicidad, es posible que nos preguntemos por qué nos resulta tan difícil mantener un estado mental apacible y gozoso de manera continua. Esto se debe a que nuestra mente está siempre llena de engaños. Los engaños o perturbaciones mentales son percepciones distorsionadas de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea, como un espejo defectuoso que no refleja la realidad. La perturbación mental del odio, por ejemplo, considera a algunas personas intrínsecamente desagradables, aunque en realidad nadie es así. Por otro lado, el apego considera que el objeto deseado es intrínsecamente atractivo y una fuente verdadera de felicidad. Si tenemos un intenso apego al chocolate, nos parecerá muy apetecible, pero cuando hayamos comido varias tabletas, empezaremos a sentirnos mal y es posible que incluso nos llegue a resultar repugnante. Esto demuestra que el chocolate en sí mismo no es deseable ni repugnante. La mente de apego atribuye cualidades atractivas a los objetos de deseo y nos induce a relacionarnos con ellos como si las poseyeran.  Extraído de